Muchas son las herramientas que cambian la conciencia y tal vez la más importante de todos, para la antigüedad, para la universalidad, fue el uso de plantas psicoactivas: en cada parte del mundo son plantas y hongos extensos cuyo consumo produce visiones, alucinaciones y estados emocionales profundos diferentes. En todos los continentes han existido y siguen existiendo culturas que utilizan estas plantas para trascender la realidad ordinaria. La raza humana inmediatamente los usó; “inmediatamente” en el sentido de “sin mediación”: no había necesidad de elaboraciones particulares para aceptarlas, porque eran “alimentos”, algo para entrar en el cuerpo para vivir. Esta herencia biológica, sin distinción de raza o de personas, no necesita explicaciones particulares sobre su utilidad: estas sustancias estimulan la mente, y el hombre ha aprendido en la lucha fundamental por la supervivencia que con las únicas manos, las únicas piernas, el único cuerpo, no pueden ganar: sólo puede con la mente, con la conciencia.